Hola, mi nombre es Clara, tengo diecinueve años y vivo en Miraflores, uno de los distritos más costosos de mi ciudad.
Hasta hace poco, yo tenía una vida normal pero el destino y la vida misma se encargarían de cambiarla por completo.
Todo comenzó hace un par de semanas, yo salía del instituto con dirección a mi casa, ese día no había transporte público y la bicicleta que me regalaron siempre se quedaba en casa porque ya me había caído varias veces y no había aprendido del todo a manejarla.
En el camino se me acercó una niña ofreciéndome unas rifas, la niña se veía tan linda con las dos trenzas que traía, su ternura me recordaba a mi cuando era pequeña y salía a jugar a mi jardín con mis muñecas. Le compré una de sus rifas, ella me agradeció y seguí mi camino.
Pasaron diez minutos y un anciano se me acercó, estaba repartiendo unos folletos sobre los misterios de la vida. Al momento que el anciano se me acercó, me miró fijamente a los ojos y en lugar de darme un folleto me dio un sobre y dijo "Ábrelo cuando en verdad lo necesites".
Es increíble cuanto parecido hay entre la vida real y las películas, o será que las películas además de ser una fantasía tienen todas una parte de verdad, no lo sé.
Le agradecí al anciano por el sobre, lo guarde en mi mochila, nos estrechamos la mano y cada quien siguió con su camino.
Llegue al final de la calle y me detuve, a partir de ahí habían dos caminos que me llevaban a casa. Usualmente tomaba el de la izquierda, pero algo me dijo que tomara el de la derecha.
Ya estaba a una calle de mi casa cuando mi teléfono empezó a sonar, era mi madre. Contesté de inmediato y preocupada me dijo "hija ¿estás bien?" le pregunté qué pasaba y me dijo que en la calle por donde siempre venía había ocurrido un accidente, un señor de edad y su nieta habían muerto a causa de un camión que venía a gran velocidad y el conductor no había visto que la niña y su abuelo estaban cruzando la calle.
No sabes cómo me sentí en ese momento, rápidamente, el susto en lugar de paralizarme me hizo correr hasta llegar a casa. Abrí la puerta y vi a mi madre llorando con un pequeño cuadro en la mano, por alguna extraña razón yo no podía ver la imagen que había en él.
Abracé a mi madre, le pregunté si estaba bien pero no me dijo nada, así que subí a mi habitación. Me recosté en mi cama y sin darme cuenta me quedé dormida.
Al despertar, la primera imagen que se me vino a la mente fue la niña de las rifas y el señor que me dio el sobre. ¡Claro el sobre! Busqué dentro de mi mochila y lo encontré, lo abrí esperando encontrar algún objeto, pero solo encontré una dirección.
Decidí ir al lugar indicado en el sobre, pero como estaba un poco lejos y aún no había transporte, me aventuré a ir en mi bicicleta.
Al llegar al lugar encontré al anciano en la puerta, me acerqué a saludarlo y me abrazó. Me dijo "me alegra mucho que hayas venido", inmediatamente me pidió mi ticket de la rifa, me sorprendió su pregunta, pero busqué en mi mochila y se la di.
Le pregunté si conocía a la niña que me dio la rifa, dijo que sí, "¿donde está?" le pregunté. Precisamente para eso es el ticket de la rifa, dijo el anciano. ¡Ganaste! gritó, me entregó un sobre más grande, lo abrí y era un espejo.
Cuando saqué el espejo del sobre, quise verme reflejada en él, pero en lugar de ver mi rostro, vi el de la niña.
"¿Lista para irnos?" dijo el anciano,lo miré a los ojos, tomé su mano y le dije "Sí, abuelo".
Continuará...